Mostrando entradas con la etiqueta Cristo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Cristo. Mostrar todas las entradas

jueves, 3 de octubre de 2013

LA SOBERBIA DISFRAZADA Y JUSTIFICADA....

Muchos matrimonios viven hoy en día una actitud de soberbia disfrazada y justificada en su relación.
La soberbia es una actitud orgullosa y egoísta que es mucho más peligrosa y letal cuando actúa solapadamente encubierta detrás de una máscara de religiosidad o de razonamientos “justificados”.
Esa soberbia es la que nos hace creer que tenemos la razón y que nuestro cónyuge es el que está fallando y merece el castigo de Dios. La soberbia te hace creer que tienes la razón, pero se contradice con tu actitud irrespetuosa e intolerante con las debilidades de tu cónyuge.
Si tu cónyuge está fallando realmente en alguna área de su vida, tu misión no es criticarle, juzgarle y condenarle, sino más bien servirle y apoyarle a vencer esa debilidad. Esto es lo más difícil hacer, pero es lo que Dios nuestro Padre celestial espera de nosotros sus hijos.
Una de las misiones más importantes en el matrimonio, es que cada uno debe encargarse de levantar la autoestima de su cónyuge, animarle, apoyarle, servirle incondicionalmente. Solo de esa manera podemos esperar una reacción positiva de él (ella) para acercarse a Dios y decidir cambiar los hábitos negativos.
No importa quién tiene la razón, si la quiere imponer con soberbia, de nada nos sirve, porque entonces destruimos a la misma vez el propósito de la razón que es siempre edificarnos unos a los otros y apoyarnos en nuestras debilidades los unos a los otros. Eso es lo más espiritual que podemos hacer. Eso es verdaderamente madurez espiritual. Si verdaderamente amas a Dios, tienes que estar dispuesto(a) a hacer su voluntad incondicionalmente y si tienes verdadera FE en ÉL, tienes que creer que todo tu esfuerzo y sacrificio va a dar fruto abundante en tu esposo(a), tu familia y el Ministerio que Dios les llame a servir.
Josué 1:8-9Que no se aparte de tu boca este libro de la ley y medita en él de día y de noche; cumple con cuidado todo lo que en él está escrito. Así prosperarás y tendrás éxito. Ya te lo he ordenado: ¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes! Porque el Señor tu Dios te acompañará dondequiera que vayas.
Abandona tus pensamientos negativos y empieza a pensar en la gracia del Señor que te da nuevas fuerzas cada mañana y te levanta como las águilas para que puedas ser obediente a su palabra. Tus pensamientos son los que definen tus sentimientos; entonces si quieres sentirte bien, medita en la palabra de Dios y en sus promesas de restauración y de vida y aprópialas para tu matrimonio y tu familia. Después que tu matrimonio este saludable, entonces podrás seguir el llamado de Dios y servirle a Él.
Si eres capaz de reconocer que hay soberbia en ti, toma la decisión hoy mismo de pedirle perdón a Dios primero y a tu cónyuge después. Si no lo puedes hacer entonces tu soberbia y tu orgullo es aún muy fuerte en ti y necesitas ayuda espiritual para lograrlo. Búscala hoy mismo!
Tu matrimonio y tu familia es el tesoro más valioso que Dios te ha dado. CUÍDALO!
Luis Y Hannia Fernandez.
matrimonios@happy4ever.org

lunes, 16 de septiembre de 2013

VISIÓN PARA EVITAR MALENTENDIDOS...


La vida matrimonial no es un lugar para andar calculando a quien le corresponde o de quién es la obligación. El verdadero amor no conoce tal decisión! Ninguno, excepto un necio, tomará tal curso. La vida matrimonial es para tomar el primer paso hacia la reconciliación, para disculparse primero. Si palabras ofensivas han sido dichas durante el día, deben ser consideradas instantáneamente. 

Aquí tenemos una buena práctica, si palabras de ofensa o enojo han sido dichas durante el día, este versículo debe ser aplicado: “Airáos, pero no pequéis. No se ponga el sol sobre vuestro enojo” (Efesios 4:26). Antes de cerrar tus ojos para dormir, debes estar seguro de que hay una completa restauración de la relación entre ti y tu cónyuge. Las palabras “lo siento” traerán paz al corazón, sumado a un buen sueño nocturno. El verdadero amor se deleita en ser el primero en perdonar. No hay lugar para el orgullo en la vida matrimonial. No debería haber sido permitido antes del matrimonio. No debe ser permitido ahora.

CÓMO PUEDO PERDONAR A AQUELLOS QUE ME HAN OFENDIDO


Antes que comiences a leer este articulo por favor en cuanto termine de leerlo compártelo
con un amigo y el resto déjaselo a Dios, gracias. Todos nos hemos hecho algo indebido, ofendido y pecado contra alguien en algún punto de nuestra vida. ¿Cómo debemos responder cuando ocurren tales ofensas? De acuerdo con la Biblia, debemos perdonar. Efesios 4:32 dice; “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.” Igualmente Colosenses 3:13 declara, “…soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.” La clave en ambos pasajes de la Escritura es que debemos perdonar a otros, como Dios nos perdonó a nosotros. ¿Por qué perdonamos? ¡Porque nosotros hemos sido perdonados!


El perdón sería sencillo si sólo tuviéramos que concederlo a aquellos que lo piden con pena y arrepentimiento. La Biblia nos dice que debemos perdonar a aquellos que pecan contra nosotros, sin condiciones. El negar el sincero perdón a una persona, demuestra resentimiento, amargura y enojo – ninguna de los cuales deben ser las características de un cristiano. En el Padre Nuestro, le pedimos a Dios que “perdone nuestros pecados, así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden.” (Mateo 6:12). Jesús dijo en Mateo 6:14-15, “Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.” A la luz de otras Escrituras que hablan del perdón de Dios, Mateo 6:14-15 es la que mejor explica que la gente que se niega a perdonar a otros, realmente no han experimentado el perdón de Dios en ellos mismos.

Siempre que fallamos, al desobedecer uno de los mandamientos de Dios, pecamos contra Él. Siempre que hacemos daño a otra persona, no sólo pecamos contra ella, sino también contra Dios. Cuando vemos la enorme misericordia de Dios al perdonarnos TODAS nuestras transgresiones, nos damos cuenta de que no tenemos derecho a retener esta gracia para con otros. Hemos pecado infinitamente más contra Dios que lo que cualquier persona pueda pecar contra nosotros. Si Dios nos perdona tanto, ¿cómo podemos rehusar perdonar a otros tan poco? La parábola de Jesús en Mateo 18:23-35 es una poderosa ilustración de esta verdad. Dios promete que cuando venimos a Él, pidiéndole perdón, Él nos lo concede gratuitamente (1 Juan 1:9). El perdón que otorguemos no debe tener límites, de la misma manera que el perdón de Dios es ilimitado (Lucas 17:3-4). 



LifeCristiana